MIFID II. Nos acercamos al 2018, dentro de poco comienza el cambio normativo financiero más importante de los últimos tiempos. Hay varias directivas europeas que arrancan el próximo año: PSD2, MREL, IFRS9 o MIFID II.
Las nuevas tecnologías aplicadas a las finanzas, la crisis financiera y las distintas leyes existentes en cada país miembro de la Unión Europea han precipitado este aluvión normativo.
La mayor parte de estas exigencias normativas van encaminadas a una mayor protección del inversor. El objetivo de MIFID II es crear un sistema financiero más seguro, responsable y transparente.
MIFID II, el MIFID adaptado a los nuevos tiempos
La normativa todavía vigente, MIFID I (Markets in Financial Instruments Directive), lleva en vigor desde el 2007. MIFID I armoniza la regulación europea de mercado de valores e instrumentos financieros, la relación de los clientes con las entidades financieras en el área de inversión y la protección de los inversores.
La actual normativa (MIFID I) clasifica a dos tipos de clientes: Minoristas y profesionales. El cliente profesional posee experiencia, conocimientos y cualificación para tomar sus propias decisiones de inversión y por ello requiere una protección menor. En cambio, el cliente minorista (menos capacitado) goza de una mayor protección que el profesional en relación con los servicios y productos de inversión.
Además, MIFID I obliga a evaluar la conveniencia e idoneidad de los productos financieros para el cliente. Así como facilitar toda la información fundamental del producto o servicio financiero.
La nueva normativa, MIDIF II, va mucho más allá que la actual. Entre otros aspectos, exige una mayor transparencia con el inversor, una clasificación de clientes más exhaustiva y una cualificación especial de la red de comercialización.
MIFID II, la nueva directiva financiera en el área de inversión
El 3 de enero de 2018 se pone en marcha la nueva Directiva europea sobre mercados de Instrumentos financieros, MIFID II. Se trata de un conjunto de reformas que persiguen un sistema financiero comunitario más seguro, responsable y transparente. Por tanto, el objetivo principal de la directiva es la protección del inversor.
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Cada estado miembro tiene que adaptar la directiva europea a su legislación. Aunque es común para todos, actualmente, la mayoría de los países está adoptado de forma más restrictiva o prudente la nueva directiva.
El MIFID II tiene un ámbito normativo muy amplio, se trata de un paquete de reformas. Regula la transparencia y actividad de los mercados financieros, el asesoramiento y comercialización de productos de inversión, la gestión discrecional de carteras, la recepción y transmisión de órdenes… Estas son algunas de las principales medidas de la directiva:
Protección del inversor y transparencia
La transparencia y protección del inversor es el principal objetivo de la directiva. Distinguimos estas dos medidas:
- Los actores financieros deben especificar por separado los costes de intermediación bursátil (fondos, gestión de carteras…). Por una parte, los costes derivados de esa intermediación y por otra, los consecuentes del análisis ofrecido a los clientes.
- Los distribuidores de productos financieros se dividirán entre independientes (empresas de gestión, asesoramiento o Banca Privada) y dependientes (red comercial de los bancos). Los independientes no podrán recibir retrocesiones de las gestoras asociadas. En cambio, los dependientes si podrán percibirlas, pero informado al inversor de las comisiones percibidas (transparencia). Por si queda alguna duda, las retrocesiones son las comisiones que pagan las gestoras a los distribuidores para que vendan sus productos.
Clasificación de clientes más exhaustiva
Hasta hace poco tiempo, la mayoría de entidades financieras tenía varios perfiles de conveniencia para sus clientes. Además la normativa de nuestro país obligaba a presentar advertencias en los productos complejos.
Siguiendo la línea de MIFID I, la nueva directiva exige clasificar a los clientes en minoristas y profesionales. Al igual que la anterior normativa, la pertenencia a cada grupo dependerá la experiencia, conocimiento de los mercados y volúmenes a invertir.
A partir del 2018, las entidades de inversión tendrán que identificar claramente al grupo de clientes que va dirigido cada producto. Por tanto, deberán adecuar los productos al perfil de riesgo de cada cliente.
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Cualificación del personal financiero
MIFID II cambia las reglas del juego, diferenciando el asesoramiento de la comercialización e información de productos y servicios financieros:
- Asesoramiento: Recomendaciones personalizadas, basadas en las circunstancias de cada cliente. Es necesario realizar un test de idoneidad para conocer la situación financiera, perfil de riesgo y experiencia en productos financieros del cliente.
- Comercialización: Cuando se ofrecen productos y servicios financieros sin analizar las circunstancias personales de los clientes.
- Informar: Explicar las características del producto sin entrar en recomendaciones a los clientes.
El asesoramiento (e información) implica una formación financiera de la red comercial. Por tanto, se persigue una mayor profesionalización del servicio de asesoramiento. La Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA) es la encargada de implantar las directrices de MIFID II relativas a la cualificación financiera.
Así pues, la directiva exige una formación y conocimientos específicos a los empleados de las redes comerciales financieras. Es decir, una cualificación que permita informar y/o asesorar sobre productos y servicios financieros.
La CNMV público el 25 de octubre de 2017 una primera lista de títulos formativos financieros para poder informar o asesorar. Estos 20 títulos o certificados cumplen con las directrices de ESMA y la CNMV los considera válidos. Se trata de acreditaciones externas, que garantizan un mayor compromiso y cumplimiento normativo. La lista distingue los títulos que permiten solo informar y los que facultan asesorar e informar.
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El 2018 se va a convertir en un «tsunami regulatorio» para los comercializadores de productos y servicios de inversión, sobre todo para las entidades financieras.
La nueva directiva da una «vuelta de turca» al MIFID I. Las exigencias de cualificación, una clasificación de clientes más exhaustiva y una total transparencia en la comercialización son las principales bazas que utiliza MIFID II para una mayor protección al inversor.
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